Son las nueve de la mañana y comenzamos a partir rumbo a las islas Salvajes desde el puerto de Radazul, al sur de Santa Cruz de Tenerife. Todo esta preparado para un intenso viaje a uno de los lugares más soñados por los amigos del seawatching.
Un maravilloso velero de trece metros de eslora nos llevara a motor hasta nuestro objetivo, después de veinte años de dura vida por los mares del mundo, el Nauta, dio la vuelta al mundo en solitario a manos de su antiguo propietario Don Eloy, hoy en día es una leyenda de la náutica al servicio de los amantes de las aves, tras el acuerdo mantenido entre Solitec Canarias y Birding Canarias Tours.
David Martínez, Erika González, Miguel Castillo, José Julián Naranjo, el Patrón Fran Leyenda y el que escribe como tour leader, Juanjo Ramos, compusimos el equipo de nuestro primer viaje ornitológico a este archipiélago portugués.La navegación con rumbo norte fue excelente, con un mar en calma y una lijera brisa del norte que empujaba a pardela y petreles hacia nuestra embarcación. Las primeras aves en dejarse ver fueron las gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) que nos acompañaron hasta bien pasados los Roques de Anaga, al norte de Tenerife. Las siguientes en aparecer fueron las pardelas cenicientas (Calonectris diomedea), observadas durante los cuatro días de navegación en las aguas del atlántico, siendo unas de las protagonistas de muy buenos momentos de nuestra aventura pajarera.
A unas cinco millas al norte de Tenerife el rápido vuelo de un petrel de Bulwer (Bulweria bulwerii) es objeto de nuestra alegría, ya que el amigo David (Mar de Lira) se apunta su primer “bimbo”. A continuación y tras pasar no más de una hora dos pardelas chicas (Puffinus baroli) engordando nuestra lista de especies pelágicas. Se van cumpliendo nuestros objetivos y la alegría deja ver delicadas muecas y discretas sonrisas en las caras de la tripulación.
A diez millas, “sorpresa”, una bolla de pesca llama nuestra atención, pero mucho ojito junto a ella, dos bellos falaropos picogruesos (Falaropus fulicaria) se dejan fotografiar mientras descansan sobre las aguas del océano. Hasta el momento los falaropos han sido considerado raros en las aguas de las islas a pesar de que su principal zona de invernada se encuentra al sur de las Canarias, en el banco pesquero canario-sahariano.
El sol va achicharrando nuestra piel, mientras unas cervecitas refrescan nuestras gargantas. Tenerife y su silueta queda atrás y las aves marinas migratorias van dejándose ver por cubierta. Un continuo goteo de pardelas pichonetas (Puffinus puffinus) nos mantiene ocupados hasta el atardecer, todas con un marcado rumbo sur a muy escasos metros del agua. Entre las pichonetas se dejaron ver, en algo más de una decena de ocasiones, pardelas capirotadas (Puffinus gravis) , que aceleraron el golpeteo de las cortinillas de nuestras cámaras. Además de pardelas, se observaron varios grupos de bailarines, que con sus colgantes patas dejaban tenues huellas sobre la superficie del gran azul, paiños de Leach (Oceanodroma leucorhoa) en su mayoría, aunque algunos algo más lejanos motivaros que las guías de aves ocuparan la cubierta y entre el acalorado palabrerio, se concluyo en posibles paiños comunes (Hydrobates pelagicus). Detrás de tantas pardelas, petreles y paiños, aguardaban expectantes la sombra de los págalos que se dejaron ver tan sólo en tres ocasiones, observando dos págalos pomarinos (Stercorarius pomarinus) y un págalo parásito (Stercorarius parasitacus). El punto a las no procelariformes se lo puso el algo más de medio centenar de charranes comunes (Sterna hirundo) que observamos principalmente en las horas de la tarde.
El sol va siendo comido por el mar, y unos continuos trinos muestran la silueta de un grupo de zarapitos trinadores (Numenius phaeopus), que a modo de marinos medievales buscan en la oscuridad de la noche el camino que marca la vía láctea de norte a sur.
No sólo las plumas entretuvieron la mirada durante nuestra primera travesía en el Nauta, dos tortugas bobas (Caretta caretta) fueron observada mientras respiraban en la superficie.
Faltando unas pocas horas para la media noche, se deja ver en el horizonte el destello del faro de la isla de Salvajes pequeñas. Horas después, a eso de las dos de la madrugada, el Nauta y su tripulación llegaban agotados a la bahía Das Cagarras al sur de Salvajes Grande, tras haber recorrido 90 millas náuticas a siete nudos de velocidad.
Continuaremos......
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